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martes, 27 de mayo de 2014

El buen patriota VI: El destino de los traidores.

Mis días de descanso forzoso habían pasado, me incorporé a la agencia después de ser sometido a un examen psicológico, los loqueros incluso se sorprendieron por la entereza que demostré a pesar de los asesinatos que se habían producido en mi entorno. Todos me recibieron entusiasmados a mi llegada, el jefe Ford me dio ánimos, Damon se pegó a mi como un perro, todos estrechaban mi mano, incluido Norris el cual no sabía que descubrí  que había estado siguiéndome, me hablaba y bromeaba como sí nada hubiera pasado, yo le seguía la corriente, pero lo que no sabía ese hijo de puta es que iba a ir a por él.

La caza de brujas seguía en todas las esferas de la sociedad. Entre todos los casos que lleve a término había uno que debía resolver cuando antes, hacia tiempo que iba tras Norris, seguía sus pasos, aparentemente con una vida normal, sin emociones, una vida aburrida llena de rutina, era fácil predecir los movimientos del sudoroso Norris. El hombre no alertó en ningún momento mi presencia, Damon parecía preocupado por mi obsesión con nuestro compañero de la agencia, yo sabía que lo único que requería su caza era paciencia. Tarde o temprano todos cometemos errores.

Pasaron los meses sin resultados en el seguimiento a Norris, y menos aún en la caza del traidor de la agencia, el cual ponía en entre dicho la seguridad del país. La paciencia requerida había acabado y me reuní con el jefe Ford. Le expliqué que mi instinto apuntaba hacia Norris, que me diera un equipo de hombres para asaltar sus casa. Ford aceptó contrariado, parecía dubitativo, quizás lo que acabará por convencer al jefe fuera mi perseverancia.

Una mañana nublada, con el olor de lluvia en el aire, un grupo de tres hombres y yo irrumpimos armados en el jardín de Norris. Normalmente hubiéramos echado la puerta abajo de una patada, pero por cortesía, tratándose de un compañero, llamamos a la puerta. Nadie contestaba a nuestra llamada así que optamos por echar la puerta abajo. Nuestros pasos invadían la estancia vacía y los pasillos oscuros. Norris se encontraba en la ducha, al salir con su albornoz del cuarto de baño casi  se cae del susto. Le pedí que se cambiara de ropa mientras iniciábamos un registro en la casa, Norris respondió sin decir nada pero con los ojos encendidos en ira. El registro fue exhaustivo, parecía que nadie encontraba nada, pero yo estaba convencido de que encontraríamos algo. Envié a Damon al garaje, me paseaba por las habitaciones donde los hombres vaciaban cada armario y cada cajón, todos negaban con la cabeza mientras yo preguntaba si habían encontrado algo incriminatorio.

Damon vino corriendo desde el garaje, extasiado y jadeante. En una bolsa llevaba unos gemelos manchados de sangre con las iniciales "P" y "F", panfletos comunistas, y unos planos enrollados en la otra mano. Eso me bastó para ponerle las esposas a Norris que parecía incrédulo ante la situación.

Pronto averiguamos la procedencia de los gemelos ensangrentados, eran de Paul Fischer, el periodista asesinado junto a su amante, los planos, por su parte, rebelaban información detallada sobre  la situación de nuestros misiles antiaéreos en el país y la próxima implantación de los misiles Júpiter en el continente europeo. A mí me tocó la tarea de interrogar al traidor, quizás después de dos horas con migo confesara todo lo que tuviera que confesar.

Damon no había asistido a muchos interrogatorios, así que yo llevé la iniciativa en todo momento, en realidad Damon sólo hacía de espectador, cerraba los ojos cada vez que golpeaba a Norris con el dorso de mi mano o se estremecía cuando apagaba un cigarro en el brazo de Norris. El traidor no habló, no confesó una sola palabra, se podría decir que aguantó con dignidad, si no fuera por que se cagó y se meó encima. Norris acabó por reír entre llantos, la locura le había invadido, acabando con todas sus esperanzas, repetía una y otra vez que lo encontrado en su casa, las pruebas que le llevarían a la silla eléctrica no eran suyas ¿Qué podía decir aquel hombre, si sólo hay un destino para los traidores? En todo caso aún había una pregunta que no me había atrevido a formular y que él nunca me contestó. Quizás nunca supiera por que Norris seguía mis pasos.


domingo, 18 de mayo de 2014

El buen patriota V: La sombra del presidente.

Tres eran las muertes que se produjeron las últimas semanas, la muerte me rodeaba, mi viejo compañero Woodrow, el periodista Fischer y el hombre que era amante de este. En el aire quedaban muchas preguntas sin responder, el paradero de Mikael y aquel coche que me siguió el día que fui a visitar a Fischer. El jefe Ford decidió darme unos días de descanso debido a mi cercanía con las tres muertes, durante esos días me quede en casa, cuidando mi celoso jardín, leyendo algún libro y ayudando a Catherine. Seguía con mi vida normal de buen americano, sin dejar de dar ejemplo a mis vecinos. Una mañana de domingo recibí la inesperada visita de Damon, el joven torpe al que habían asignado como mi nuevo compañero, a regañadientes le invité a pasar en la casa.

Damon se golpeó en la pierna con la mesita del comedor, a veces no sabía si era así de tonto o de lo hacia, me pregunto como me sentía, a cada pregunta le respondía con monosílabos, no me gustaba abrirme a la gente, menos a alguien al que apenas conocía . Me empezó a contar su historia, me hablo sobre su familia, su niñez, su época en la marina. Damon quería que yo también le hablara sobre mi pasado, mis respuestas seguían siendo monosílabos. Catherine se encontraba en la cocina y le invitó a tomar un refresco, Catherine era cortés y afable con todo el mundo, era un rasgo que la caracterizaba, Damon accedió a la invitación. Damon salió al jardín con la excusa del buen día que hacia, echo un vistazo a la gran variedad de plantas que había en él, Miro el columpio de los niños, y el cemento puesto recientemente. Se dio cuenta de que había echo obras y se ofreció para alguna próxima vez que necesitara hacer alguna reforma en casa, dijo que el suelo no había quedado nivelado mientras caminaba alrededor de la superficie de cemento. La visita de Damon me empezaba a incomodar así que le invité sutilmente que se marchara, se marchó sin mucha insistencia por mi parte devolviendo la tranquilidad a mi hogar.

Al día siguiente debía verme con Sean Kidman. Kidman fue el hombre que facilitó mi entrada en la CIA, había sido uno de los asesores en el pasado de los ex presidentes Roosevelt, durante sus tres mandatos y luego de Truman. Con la vuelta al poder de los republicanos de la mano del nuevo presidente Eisenhower, Kidman se retiró. El ex asesor había mantenido enfrentamientos abiertos con personalidades partidarias de un ataque nuclear preventivo sobre la URRS, como el general MacArhur. Kidman se había citado conmigo en una cafetería del centro porque sabía que no estaba pasando por un momento personal no muy bueno, además unos días atrás le entregue el número de la matrícula del coche que me había estado siguiendo, prometió que averiguaría de quien era ese coche.

 Cuando llegué al lugar de la cita Kidman se levantó de la mesa donde estaba bebiendo un café y me recibió con un efusivo abrazo, me preguntó por mi mujer y mis hijos y me pidió que me sentara.  Después de pedir otro café para mí fue directo al grano, expresó su preocupación por la caza de brujas que se estaba emprendiendo en la CIA, una caza cada vez más intensa, yo resté importancia al echo pero el insistió. Me advirtió en que no confiara en nadie, ni siquiera en el jefe Ford. Aquella declaración me lleno de incertidumbre e inseguridad, todos teníamos un pasado dijo a continuación, incluido Ford, no me quiso aclarar el que o no lo sabía. A continuación me dijo la procedencia de la matrícula del vehículo que me estaba siguiendo, pertenecía a un negocio de alquiler de coches de segunda mano. Acabé mi taza de café y me despedí de Kidman agradeciendo su ayuda.

Al día siguiente de mi encuentro con Kidman me dirigí al negocio de alquileres de coches. En la recepción un hombre poco aseado me despachó de malas maneras, le pregunté sobre el vehículo al que pertenecía la matrícula que apunté, dijo que todas las salidas y entradas de vehículos quedaban registradas en un cuaderno, le pedí ver dicho cuaderno de entradas y salidas de vehículos a lo que el hombre se negó. Se lo pregunté de otra manera, con mi pistola apuntando a su cabeza, eso ayudo a que la actitud descortés del individuo cambiara por completo, revisé el libro comparando la matrícula del vehículo, al fin tenía el nombre del hombre que había estado siguiendo mis pasos el día de la muerte de Fischer, Peter Norris, compañero en la agencia y un nuevo posible enemigo.




viernes, 16 de mayo de 2014

El buen patriota IV: Los valores americanos.

Lo malo que tienen los agentes dobles es que al final no sabes de que bando están, se ganan la confianza de los dos bandos, esa es su función, pero ¿ a quién traicionarán?. La sensación generalizada de algunos de los hombres de Ford es que Mikael nos había vendido, pero nadie entendía con que fin mató a Woodrow ¿qué valor tenía la vida de mi compañero para destapar así su tapadera? Muchas preguntas sin respuesta se dibujaban en el charco de la sangre que emanaba del pecho de Woodrow. Seis puñaladas fueron suficientes para acabar con mi compañero.



Algunos pensaban que lo del espía en la CIA era un farol que nos había lanzado Mikael para mantenernos distraídos, a pesar de ellos, los esfuerzos por encontrar un soplón se intensificaron. El jefe Ford multiplicó medios y hombres en investigar y seguir a cualquier nombre  que tuviera alguna mínima vinculación con el aparato comunista. Los agentes demostraron durante las semanas siguientes sus valores americanos, banderas izadas en lo más alto de sus porches, conductas cívicas admirables, la cita a la iglesia de todos los domingos,  incluso algunos hombres dejaron de verse con sus amantes. El consumismo también estaba a la orden del día entre nuestros hombres para poner de manifiesto su anticomunismo,  relojes nuevos, coches nuevos y trajes nuevos.

Pronto me asignaron un nuevo compañero, un novato llamado Harry Damon, un pardillo, no sólo en apariencia con sus grandes lentes de pasta y su peinado pasado de moda, un pardillo que no paraba de hacer preguntas, algo torpe, y charlatán. El jefe Ford decidió apartatme del caso Woodrow por miedo a que me implicase emocionalmente, así que me seguí dedicando a lo mío, hacer preguntas  a posibles comunistas. El siguiente nombre en mi lista era Paul Fischer.

Fischer era periodista en un periódico local, recientemente publicó una columna de opinión donde ponía en entredicho los métodos de las autoridades para tratar de erradicar la amenaza comunista desde dentro de nuestras fronteras. Periodistas con cierta ideología izquierdista los había a patadas, pero lo que más me llamo la atención de Fischer es que sabía demasiado, más de lo que un vulgar periodista sabría, en su artículo nombraba a Mikael, haciendo referencia a la doble moral de los servicios secretos, utilizando a agentes dobles. Una llamada de un par de minutos  a su editor, me bastó para dar con el paradero del periodista, vivía en un apartamento en el centro y ahí me dirigí para encontrarme cara a cara con Fischer.

Mientras conducía, Damon no paraba de preguntar sí era buena idea, ya que Fischer guardaba relación con el caso Woodrow. Le respondí tantas veces como me pregunto que para mí aquel periodista era uno más en mi lista, yo sabía que no era así, mi intención era averiguar que relación mantenía con Mikael. Noté como un coche negro nos seguía de lejos, aceleré la marcha y conseguí despistarlo en un par de segundos, quizás fueran paranoias pero no podía cometer riesgos, además, nadie tenía motivos para seguirme.

Pedí a Damon que esperase en el coche, aceptó a regañadientes. Comprobé sí mi pistola estaba cargada y cogí una palanca del maletero antes de disponerme a iniciar mi visita. No llamé al timbre, eso le abría dado tiempo a reacción, usé la palanca para forzar la puerta y me adentré en la vivienda. El comedor estaba vacío, escuché un ruido en una habitación de un largo pasillo, avance con paso ligero para echar la puerta abajo de un puntapié. Fischer intentaba esconderse de mi bajo las sábanas de su cama mientras otro hombre desnudo miraba hacia la ventana buscando una salida. Pedí al hombre desnudo que se tapara mientras apuntaba con mi pistola a sus partes. Fui directo al grano, le pregunté a Fischer de que conocía a Mikael, parecía que el periodista estaba aún conmocionado por mi brusca entrada, disparé dando de lleno a la mesita de noche que estaba a su lado. Volví a formular la misma pregunta, de nuevo no tuve respuesta y esa vez di de lleno en la rodilla del amante del periodista. Fischer reaccionó y me contó que Mikael era un viejo amigo, había acudido a él hace unos meses, Mikael sentía peligrar su vida y le pidió que publicara lo que publicó en el periódico en el caso de que pasara algo, Fischer debía recibir una llamada de Mikael que nunca recibió y el periodista supuso que a Mikael le había pasado algo malo. En medio de la declaración del periodista Damon interrumpió inoportuno en el apartamento gritando que había oído disparos, mis disparos. Decidí concluir ahí mi interrogatorio para volver a retomarlo en otra ocasión. Me despedí mientras Fischer trataba de taponar la herida en la rodilla de su amante.

Al salir del apartamento me fijé en el coche que estaba aparcado al final de la calle, era el mismo coche que nos había estado siguiendo. Apunté la matrícula en mi libreta y me subí a mi coche, dejé conducir a Damon, le pedí volver de vuelta a la oficina para revisar unos informes.

Después de la dura jornada laboral llegué a casa, ya había anochecido.  Me senté en el columpio del jardín, el cemento aún estaba algo fresco en mis pies así que decidí volver a entrar en la casa. Catherine entró por la puerta, dejó a los niños por la tarde en casa de una amiga, debía dedicar tiempo a unos recados. Me senté en mi sillón favorito cuando el teléfono sonó, descolgué y era el jefe Ford. Quería hacerme un par de preguntas sobre Fischer, le pregunté extrañado que tenía de especial Fischer. Me respondió que Fischer y su amante habían aparecido con el cuello rajado en el automóvil del periodista






miércoles, 14 de mayo de 2014

El buen patriota III: Juego de espías.

Habían pasado dos años desde la intrigante revelación de Mikael, un espía en la CIA. Las sospechas caían entre todos nosotros, cualquier manifestación era analizada con lupa. Durante estos dos años hemos seguido a lo nuestro, periodistas críticos con nuestro sistema económico, con la política del país, actores con tendencias izquierdistas, o ciudadanos no bien vistos por la comunidad. Una vez un vecino de un barrio residencial denunció a otro por que no izaba nunca la bandera estadounidense en el porche de su casa, nos presentamos en la vivienda en un momento que el estaba ausente, su mujer y sus hijos nos abrieron las puertas de la casa y lo esperamos, cuando llegó le hicimos un par de preguntas, al final llegamos a la conclusión de que se trataba de un tema de venganza entre vecinos, su vecino plantó un árbol en su jardín y las ramas del árbol daban al jardín del acusado, este taló las ramas y como venganza su vecino llamó a las autoridades acusándolo de antipatriota. Al parecer las falsas denuncias también eran el pan nuestro de cada día.



El día de acción de gracias mi amigo y jefe William Ford nos invitó a mi familia y a mí a celebrar la festividad con su familia. Llegue tarde a la residencia de Ford por unos asuntos de trabajo, mi familia ya se encontraba ahí. La comida transcurrió jovial y con total normalidad, mis hijos y sus hijos jugaban, nuestras mujeres hablaban animadamente y los hombres hablábamos de béisbol. Mientras las mujeres se encargaban de recoger la mesa, Ford me invitó a pasar al despacho en la planta de arriba, quería que degustase un Whisky que guardaba en un cajón. El Whisky era excelente, Ford se sirvió una copa para si.  Pronto dejamos los temas triviales y hablamos de trabajo.

Ford me habló del caso del espía en la CIA, durante los dos últimos años el jefe Ford había designado  personal y medios para investigar a numerosos agentes, yo ya tenía un poco olvidado el tema, con la reciente muerte de Stalin y la llegada al poder de Kruschchev parecía que la tensión entre los dos países de estaba suavizando, pero la amenaza seguía estando ahí. Ford barajó un par de nombres entre ellos el de Norris, hace un tiempo se encontró un panfleto comunista en su taquilla, el negó que alguien lo había colocado ahí, alguien que lo quería inculpar, algunos creían su versión, otros no. Bajo sospecha también estaba su joven compañero Tomas, siempre se mostraba crítico con el gobierno de Truman , con el proyecto de la bomba atómica y con lo de su plan Marshall, decía que esa ayuda económica a los países de Europa no era más que una manera de comprar sus favores contra el bloque comunista. De Tomas Ness siempre pensé que era alguien que hablaba mucho pero sus acciones no pasaban de ahí.

Lo que estaba claro es que Mikael andaba muy cerca del agente soviético en la CIA, pronto nos daría un nombre. Woodrow, mi compañero, se había citado aquel día con Mikael, decía que tenía algo importante que decir, una revelación, un nombre.

Ford disfrutaba del humo de un puro que se acabó de encender, su teléfono empezó a sonar y descolgó de inmediato, respondió despreocupado con la mano en el bolsillo, pronto su cara se tensó, me miró a los ojos, y dejo caer la palma de su mano sobre la mesa y colgó el teléfono con nerviosismo. Ford me pidió que me abrigara, teníamos trabajo, durante el trayecto en coche me sentía abrumado, algo gordo debía haber pasado para mover al jefe Ford de su casa en un día festivo. Pronto me sorprendí, llegamos al parque donde mi compañero Woodrow y Mikael se habían citado. Dos agentes uniformados del cuerpo de policía nos dieron paso para atravesar el cordón policial, en cuanto enseñamos nuestras placas, pronto identifiqué a Roger Morgan, un hombre corpulento del departamento de homicidios y trajeado que nos saludó con rostro sombrío. No había rastro de Mikael por ningún lugar pero Woodrow yacía boca abajo en el suelo inerte, rodeado por un gran charco de sangre que se estaba secando sobre la tierra.



martes, 13 de mayo de 2014

El buen patriota II: Nuestro hombre en Moscú

Soy un patriota ejemplar, un ciudadano cristiano practicante, hago mis donaciones a la iglesia. Con una buena esposa, Catherine, y dos hijos, Michael, de diez años, alumno aventajado y jugador de béisbol, y Julia, de siete años, la pequeña Julia ya sabe situar en el mapa los estados de nuestro país. Somos unos americanos ejemplares, con todas las prácticas ejemplares que hacen a una familia americana buena y bien vista por la sociedad.




Arnold Reagan, nombre en clave Mikael, es todo lo opuesto a mí. Ateo, reservado, sin amigos, sin familia, alguien mal visto por la sociedad. Es agente doble, dedicado al contra espionaje, los soviéticos piensan que trabaja para ellos, pero no es así. Él es nuestro hombre en Moscú y nunca nos ha fallado.  Se gano el favor de los soviéticos durante la guerra de Grecia, estuvo del lado comunista, o eso hizo ver, arriesgo la vida por su patria, aguantando como pudo nuestros cañones y nuestras balas, sus acciones llamaron la atención de la KGB que no tardó en reclutarlo entre sus filas. Hasta ahora había echo un buen trabajo para la CIA, el nos advirtió unos meses antes de que espías soviéticos habían facilitado los planos de la bomba atómica al gobierno de Moscú, así fue como en mil novecientos cuarenta y nueve, ya hace dos años, la Unión Soviética había conseguido detonar su bomba atómica, similar a la que detonamos en Hiroshima y Nagasaki. También nos soplaba información sobre los espías que actuaban en nuestras ciudades, eso nos facilitó mucho las cosas a la hora de dar caza a los comunistas.

Woodrow y yo debíamos reunirnos con Mikael en un parque del centro de la ciudad, debía pasarnos el informe mensual sobre las operaciones de espionaje soviéticas en suelo americano. Mikael parecía un vagabundo al que sólo le faltaba mendigar, al menos esa era la impresión al verle vestido con esa ropa sucia y vieja, pero su aspecto físico nada tenía que ver con su vestimenta, era alto, parecía haberse endurecido con el frío ruso, con la cara recién afeitada y el cabello rubio y corto, además había oído de el que hablaba un ruso con una pronunciación perfecta. Me senté en el mismo banco en el que él estaba mientras Woodrow daba una vuelta a los alrededores, no nos saludamos, la primera razón era para ser lo más discretos posibles, la segunda razón era nuestra  relación tensa. Hacia tiempo que le insistía en el nombre de sus informadores, si a él le pasaba algo nos quedábamos ciegos, y con sus nombres podríamos recurrir a ellos en caso de que cualquier desgracia le pasara, Mikael siempre se negaba a ello, quería protegerlos de cualquiera, incluso de nosotros, los buenos.

Aquella tarde procedimos como siempre, sin mirarnos a la cara me pasó un sobre, con una lista de posibles espías, nombres de hombres y mujeres que tenían una doble vida. Le volví a insistir sobre sus informadores, como era de esperar Mikael se volvió a negar, pero esa vez me hizo una revelación perturbadora. Había un espía en la CIA, sólo era cuestión de tiempo que conociera su nombre. Le dejé en el banco como siempre mientras daba de comer a las palomas, la duda me invadía, un espía ¿Pero quién? Los nombres surgían en mi cabeza, Norris, Woodrow o algún jefazo ¿sobre quién caerían las sospechas? Debía estar preparado para lo peor. Como dijo Mikael, era cuestión de tiempo que el espía cayera.


lunes, 12 de mayo de 2014

El buen patriota I: El enemigo en casa.

La década de los años cincuenta empieza,  aunque la situación mundial es más desconcertante que nunca debido a la amenaza comunista tras la Segunda Guerra Mundial. En cuanto a nosotros, somos necesarios para preservar la seguridad nacional y protegernos de la amenaza soviética. Mi nombre es Wiston Johnson, a mi lado está mi compañero desce hace años Elver Woodrow, nos dirigimos en automóvil a una fábrica abandonada en un viejo barrio, nos preguntamos sobre la familia, el tiempo, y demás cosas rutinarias, nada más por que vamos a realizar nuestro trabajo y sabemos lo que ello conlleva



Entramos por una puerta trasera de la vieja fábrica. Pronto se empiezan a escuchar golpes y sollozos, enseguida veo a Peter Norris, un hombre con sobre peso, y a su compañero Tomas. Norris atizaba sudoroso a un prisionero en medio de aquella fábrica abandonada, el prisionero lleva una mezcla de sangre y suciedad en su torso, la sangre gotea de su labio mientras mira a su alrededor buscando una salida. Su nombre es James. L. Washowski, antiguo colaborador en el proyecto Manhattan, y sospechoso de haber filtrado información a los comunistas sobre los planos de la bomba atómica.

Recrimino a Norris que golpee la cabeza del muchacho, eso no le ayudará a pensar ni recordar. Norris  se sienta agotado como sí la paliza la hubiera recibido él. Cojo una silla, me siento delante de él y pido a mis compañeros que abandonen la sala para proseguir con el interrogatorio. Me enciendo un cigarrillo, mientras mis compañeros salen de la sala. Salen confiados, saben que haré bien mi trabajo, soy el mejor haciendo interrogatorios de la CIA. Ese interrogatorio era algo clandestino, lejos de la central, lo hacemos así por que la opinión popular no vería con buenos ojos lo que hacemos, simplemente lo hacemos por ellos, para que puedan seguir viviendo su sueño americano nos manchamos las manos de sangre. He interrogado a actores con tendencias demasiado izquierdistas, a ciudadanos denunciados por sus vecinos  y científicos que han colaborado en diversos proyectos. La verdad es que la amenaza comunista puede estar en cualquier parte, y no es fácil dar con ellos, por que saben que su destino final probablemente sean, el escarnio público, mediante juicios mediáticos y finalmente la silla eléctrica.

Un disparo precipita la entrada en la sala de mis compañeros, mi arma estaba humeante, mi mejilla dolorida, y el prisionero tendido en el suelo con una bala en la espalda. Woodrow baja el mano con el que tiendo el arma, con cara de espasmo me mira a los ojos. Les expliqué que el preso no estaba bien esposado, se abalanzó sobre mí, me golpeó e intentó escapar hasta que le alcancé con una bala. Miré con gesto acusador a Norris, el gordo se sentía mal y me pidió perdón.  Teníamos a alguien que estaba a punto de confesar algo, y por un maldito fallo humano, se nos fue. No se pueden tolerar estos errores, el enemigo puede estar en cualquier parte.

viernes, 9 de mayo de 2014

El mejor día de mi vida.

Él era fuerte, humilde en su grandeza, culto e inteligente, su cabello era negro como la noche, la noche que eclipsaba en aquel radiante día. Aún recuerdo nuestro primer beso, bajo los almendros en flor, hace tres años, en primavera, yo estaba nerviosa, buscaba mis labios con timidez, y acertó en la comisura de mi boca, yo le devolví el gesto con un beso profundo, intenso como ningún otro. Todo ese tiempo habíamos  reñido, llorado, reído, reconciliado, pero nunca habiamos dejado de amarnos. 

Por suerte no tuvo que marchar a la guerra, su talento valía más lejos de la batalla, proporcionaba nuevos diseños navales al gobierno, nacidos de su mente. Entre los invitados al enlace añoraba muchas caras, mi hermano, los  hijos de amigos de mi padre, ellos sí fueron a morir por nuestro país. Eso hace que me sienta triste, muchos de esos jóvenes marcharon a defender nuestro país y no regresarían, ni siquiera sabíamos si estarían vivos, cubiertos en trincheras,  o a puntos de morir , en un campo verde, viendo como nuestro intenso sol rojo nace de las montañas por última vez. Pero eso no importaba, la tradición dice que una boda no es alegre, es tradición, ni siquiera los novios podemos apenas tocarnos, y ya no hablemos de besarnos. Las tradiciones son así, tres vestidos para la novia y un kimono gris para el novio. 

Mi madre no lo expresaba, pero sabía que por dentro sentía alegría, por mí, por que en estos tiempos inciertos le parecía la novia más hermosa. Mi padre me miraba con una admiración que no expresaba, un brillo en sus ojos me lo decía. Esperé que pasara ya este largo día, para refugiarme entre sus brazos, y no separarme de él jamás. Nadie expresaba emoción alguna, pero por dentro percibía su felicidad, salían de la rutina de los últimos años. Mi anciana abuela sonreía con satisfacción, una lágrima de felicidad que enseguida secó resbaló por su mejilla.

Debíamos casarnos en Noviembre, el once es el número de la suerte para los japoneses, pero no podíamos esperar más, en estos tiempos oscuros, se debe vivir cada día intensamente sin esperar al mañana, eso es lo que decía él, pero yo no hacía mucho caso, a que debe temer una gran nación como la nuestra, durante los últimos cuarenta años nuestro país a crecido y se ha convertido en un gigante. Aunque los últimos años no han sido muy buenos, pero pronto nos recuperaremos y seremos felices. Esos americanos creen que son mejores que nuestros hombres, pero no lo son. Ellos al recibir una bala se retiran del combate, nuestros hombres  luchan por su honor hasta el final, aunque se dejen la vida, hasta derramar la última gota de sangre. Eso les hace mejores, más fuertes.

Pronto todo se acabaría y seríamos felices para siempre, como los niños que jugaban y reían o el recién nacido que veía  en los brazos de su madre, con toda la vida por delante y un mundo por descubrir, incluso los ancianos disfrutarían sus últimos días de paz, todos seríamos felices, todos seguiríamos con nuestras vidas aquí, en Hiroshima, o en cualquier otro lugar. Pasamos la noche de bodas hablando del futuro, de como sería nuestro primer hijo, hablamos entre besos y abrazos y apenas dormimos hasta que llegó aquella mañana del seis de Agosto de mil novecientos cuarenta y cinco.

Me asomé a la ventana alertada por el sonido de un avión, un avión que volaba muy alto. El cielo se iluminó en una intensa luz violeta cegadora, como si el infierno engullera la tierra, de improvisto, como un ladrón en las noche. No dio tiempo a reacción, todo se oscureció en la mañana despejada. En cuestión de segundos, nuestros sueños desaparecieron, todos los que conocíamos desaparecieron, y nosotros desaparecimos. 






martes, 6 de mayo de 2014

El imperio de Sagan III. Final: Infelices años treinta

26 de Noviembre de 1939

Los últimos diez años, que decir de los últimos malditos diez años. Cuando los políticos anunciaban que la cosa mejoraba la cosa volvía a empeorar. En los últimos diez años he cerrado prácticamente la totalidad de todas mis empresas, y he despedido a más gente de la que conozco. Lo único que me queda de estos últimos diez años es mi mansión, una mansión que por orgullo no vendí, cuando la gente la ve exclama, " vaya Pet, parece que la cosa no te va tan mal", pero ven sólo la fachada, por dentro la mansión está vacía, sin muebles que la decoren, sólo quedan las cortinas, y el sillón donde me bebo un buen whisky escocés por que la ocasión lo requiere, estoy de celebración. Vendí un poco de todo para seguir adelante y aparentar el hombre que antaño fui, el hombre que lo tenía todo, el cabeza de familia ejemplar y el que dejaba jugosas propinas cuando salía a cenar con mi amante, Rita, que al final decidió abandonarme por un actorucho de la costa oeste. Marthell también se fue, harta de mi mal humor, se marchó con los niños a casa de sus padres. Mi hermano, Martin, se ahorcó cuando su mujer,  Eva, se quedó en cinta, la desesperación le invadió al ver que su familia crecía y no podía ser capaz de sacarla adelante. Mis amigos tampoco están, antaño acudían al sonido montante de las monedas como las moscas a la mierda, pero ahora no acuden al auxilio de un amigo que pide ayuda. Sólo me queda una gran casa vacía, donde el eco de mis gritos desesperados retumban y una cuñada viuda que no deja de gimotear, por no hablar de su hijo, llorando todo el rato.

Durante estos diez años han pasado muchas cosas. El electorado no apoyó a Hoovert en su reelección, y el demócrata Roosevelt salió victorioso en las elecciones, debo reconocer que nunca he sido muy demócrata, pero las ideas del nuevo presidente no me desagradaron. El presidente tomó medidas, un paquete de medidas llamadas New Deal. La situación se suavizo un poco gracias a eso, pero no fue suficiente.

Samuel hace tiempo que no me escribe, lo último que me dijo es que el hombre bajito del bigote había ganado las elecciones en Alemania, pero que ya no era tan bueno como parecía en un principio.  Escucho bastante hablar por la radio del tipo en cuestión, dijeron que invadió Polonia después de invadir Checoslováquia, incluso que hace pactos con los comunistas de la Unión Soviética. Francia e Inglaterra le declararon la guerra y el tipo no se arrugó y a atacó con todo a los franceses. Parece ser que el mundo se está volviendo loco .

Y retomando el tema de Martin, yo, al igual que él estuve muchas veces apunto de poner fin a todo, no veía la luz al final del túnel, una vez apreté el gatillo de la pistola pero la pistola se encasquilló. Otra vez me tiré desde una cornisa, un segundo piso por que tengo vértigo, el resultado un pie roto y no atreverme a volver en un segundo intento. Intenté también ahogarme en la bañera, pero cuando empezó a faltarme el aire, me entró el pánico. La última vez me intenté ahorcar, pero no tenía dinero ni para una cuerda decente, utilicé una corbata que se partió. Eso sí, antes de acabar con mi vida ahogaría a mi cuñada para. Como he dicho antes, estuve apunto de no ver la luz al final del túnel, pero la vi.

Vi la luz en algo que nunca falta en este mundo. Una tarde escuchando la radio, donde hablaban del panorama de Europa. se me iluminó la bombilla ! Por qué no se me ocurrió antes¡ Tengo en manos una nueva empresa que está empezando a dar sus frutos, muchos frutos. Pronto volverán los amigos, las fiestas y las mujeres. Ya no fabricaré vehículos para el buen ciudadano de clase media, fabricaré motores para los vehículos de nuestro ejército. Ya no fabricaré utensilios de cocina, para las amas de casa norteamericanas, sino fusiles para nuestros soldados. La guerra está a la vuelta de la esquina, y con ella el fin de estos malditos diez años. La guerra es la solución a todos los males de nuestra economía, y yo, brindo por ello.



lunes, 5 de mayo de 2014

El imperio de Sagan II: El duro despertar

24 de Diciembre de 1929

Delante de la chimenea veo como prende el papel del periódico que he arrojado con ira, como si las noticias  se fueran a esparcer y desaparecer entre las cenizas. Mientras tanto, Marthell, sigue con los preparativos de una cena de navidad diferente, a veces asoma su cabeza en el salón para decirme con su voz chirriante "no te preocupes Pet, sólo es una mala racha" , claro, ella sólo tiene que preocuparse de los dos mocosos, y de las labores del hogar, y ni eso, ya que dispone de la ayuda del servicio, un servicio del que pronto deberé prescindir, si la situación sigue así. Por sí eso fuera poco, el consuelo que me queda, el calor de Rita, no quiere saber de mí, la niña se encaprichó de un collar de diamantes que no le puedo comprar.

¿Cómo he llegado a esta situación? En realidad no es culpa mía, es culpa de los malditos bancos y de los inversores del demonio. El pasado veinticuatro de Octubre, la bolsa cayó como nunca lo había echo, la cosa ya llevaba un tiempo así, con sus subidas y bajadas, pero aquel día fue una catástrofe y a la gente le entró el pánico, los inversores empezaron a vender sus acciones como sí se acabara el mundo, provocando que, entre muchas mis empresas, no valieran una mierda, a aquel día le llamaron el Jueves negro. Pero el peor día fue el veintiocho de Octubre, el Martes negro, aquel día era más seguro andar por la avenida esquivando coches que ir por la acera, era más problemas que un tío cayera del cielo encima tuya a que te atropellaran, los suicidios se dispararon aquel día. Yo estuve apunto de apretar el gatillo de la pistola que tenía en mi boca, prefiero morir como un rico a vivir como un pobre, pero desistí en mi idea, pensé en que hay gente que está peor que yo y que conseguiría salir adelante.

Por si eso fuera poco me he visto en la obligación de acoger en mi hogar a mí hermano Martin y a su mujer Eva. Martín es heredero de las tierras de mi padre, vivía de los créditos que le concedía el banco para cultivar sus tierras, cada vez los abonos eran más caros y la maquinaria agrícola menos asequible. Sus tierras aportaba buenos productos, productos que ha tenido que quemar porque era más barato que transportarlos a los mercados. No soy menos desgraciado que Martin, mientras el está ahogado en deudas y sin ningún centavo,  yo dispongo de miles de dólares en ahorros, miles de dólares de los que no puedo echar mano, esta mañana cuando he ido al banco el director me ha dicho que no dispone de fondos, probablemente miles de clientes habrían tenido la misma maravillosa idea de retirar el dinero antes que yo ¿ Dónde demonios está mi dinero? Se supone que un banco está para guardar tu dinero, el dinero no desaparece así como así, entonces ¿Quién se a llevado mi dinero?

En el dichoso periódico que estoy viendo arder había unas líneas dedicadas al presidente Hoover, el bueno del presidente dice que este problema es una crisis bancaria, que debe resolver la misma banca. Yo no soy ningún banquero, Martin tampoco lo es, así que sinceramente no creo que sea sólo problema de la banca, y ese maldito republicano no hace nada por nosotros.



Al menos a mi primo Samuel le va bien. El otro día recibí una carta suya desde Europa, anda de turismo por la costa mediterránea, la carta venía desde Italia. Según Samuel las cosas son diferentes ahí, mano dura contra los obreros que se niegan a trabajar, un tal Musolini cogió el toro por los cuernos en ese sentido, en Italia se sube y se baja los salarios según lo que conviene al país ¿ Por qué aquí no harán lo mismo? Samuel me dijo que le llegaron  noticias desde Alemania, ahí están empezando a sufrir las consecuencias de nuestra crisis puesto que no tenemos dinero para prestarles, a su vez Francia y Gran Bretaña no reciben el dinero de Alemania y por lo tanto los pagos de los británicos y los franceses hacia nosotros cada vez se demoran más, parece ser que el gran círculo económico se ha truncado. Por último, Samuel me dijo que un señor bajito con bigote ha entrado con fuerza en la vida política Alemana y trae consigo ideas revolucionarias e interesantes para levantar la economía germana, ese tal Hitler está empezando a ganar apoyos de cierta parte de la población.

domingo, 4 de mayo de 2014

El imperio de Sagan I: Felices años veinte.

23 de Septiembre  1929

El pequeño Jimmy se gana como siempre su propina, su esmero y delicadeza son encomiables a la hora de lustrar bien mis zapatos, mientras yo leo el periódico. Siempre acudo a Jimmy, en la misma calle y en la misma silla, aunque en aquel momento me encuentre en la otra punta de la ciudad de Nueva York, siempre acudo a él. No es por su destacado trabajo, ni por su conversación amena, ni su curiosidad. Acudo a él por que me recuerda a mí hace diez años, el hijo de un granjero que por su astucia y su olfato para los negocios ha conseguido construir un imperio. Me llamo Peter. R. Sagan, Pet para mis amigos, señor Sagan para el resto del mundo, soy el dueño de una conocida marca de coches que lleva mi nombre, entre muchas otras empresas, tengo tanto dindero que necesito dos contables para que cuiden de él. En el amor, el amor es muy complejo. Tengo una mujer maravillosa, Marthell, cuida de mis dos hijos, es una buena esposa, relaciones públicas en las cenas de gala, y una exelente madre. Y luego está Rita, mi amante, la mujer que me ofrece todo lo que Marthell no puede, una mujer de caprichos caros pero a la vez muy agradecida. En cuanto a mí, soy ambicioso, jugador, bebedor, y fumador de buen tabaco. Las mujeres me desean, y los hombres me envidian. 

Este gran país a prosperado después de la gran guerra, a esos Alemanes les dimos bien, Europa quedó prácticamente arrasada, y nosotros somos el nuevo motor del mundo, nosotros hacemos funcionar esta maquinaria tan compleja. Y esta ciudad, Nueva York, es testigo de nuestra grandeza, con edificios tan altos como los que el hombre no a conocido ver jamás. El país de las oportunidades sí uno se lo propone puede hacerse de oro aquí. La vieja Europa es historia, un lastre, un mal necesario, necesario para pagar nuestra contribución a la guerra, la cosa funciona así. Nosotros dejamos a Alemania para que pueda pagar a los aliados y los aliados a su vez nos pagan a nosotros, es una rueda perfecta, y como la banca, siempre ganamos.

Ahora hay algunos locos por ahí que hablan de sobreproducción agrícola y que el sistema no es sostenible, al cuerno, son sólo personas que quiere hacerse notar. El imperio que he construido ya nadie lo podrá derribar ¿por qué? Porque está construido sobre unos pilares muy sólidos, dinero, mucho dinero, y en este mundo nadie es nada sin dinero, hago mis donaciones a los pobres como buena acción, y buen cristiano que soy, pero no mucho ya que pienso que la pobreza se la busca cada uno, si uno es astuto siempre encuentra negocio. Es por eso que a mí nunca me faltará el dinero, soy lo que se dice, un chico listo. Benditos años veinte, los mejores años que he conocido, si esto es un sueño que nadie me despierte jamás.



jueves, 1 de mayo de 2014

Caso abierto :El beso de Judas

Mucho se ha escrito y hablado sobre Judas, muchos calificativos, traidor, avaricioso, mezquino, pero que hay de verdad en todo ello. Recordemos que según la creencia popular Judas Iscariote fue el apóstol que traicionó a Jesús por una bolsa de monedas, diciéndole a sus perseguidores donde podían apresarlo sin que los seguidores del Mesías interfirieran ¿ pero, que hay de cierto en todo esto?

Miremos a Judas desde un punto de vista más realista y dejando temas dogmáticos a parte. Remontándonos en el concilio de Jerusalem, primera reunión normativa celebrada y que sirvió para sentar las bases del cristianismo, podemos hallar nuestro primer punto de interés. En dicho coincidió se debía decidir  si seguir los principios básicos del judaísmo ( recordemos que Jesús era judío) o seguir por otra vertiente. Posiblemente como muchos historiadores apuntan, Judas no sea más que un personaje literario que se creó a partir de este y de los siguientes concilios, un personaje literario que serviría para demonizar al pueblo judío, cuyos líderes traicionaron a Jesús. Desde el punto de vista literario, la historia de Jesús así contaría con un protagonista, el Mesías, y un antagonista que desempeñaría Judas. Remarcamos también que el nombre Judas significa Judío.

La muerte de Judas es otro de los misterios que quedan para la historia. El libro de los hechos que recoge la Biblia dice así " fue y se ahorcó" se dice que Judas quedo irreconocible ya que al ahorcarse la cuerda se rompió y su cabeza reventó haciéndole irreconocible, pero para que ello sucediera Judas tubo que colgarse por los pies, nada indica que así fuera. Dicho análisis pondría en duda la propia muerte de Judas como así, su propia existencia.

Otras fuentes apuntan a la existencia del testamento de Judas, escrito por el propio apóstol, en dicho testamento se relata como Judas en realidad no traiciona a Jesús, sino que el propio Jesús ve en Judas su apóstol más fiel y de más confianza. Jesús  pediría  que le entregase, para así limpiar el pecado del mundo con su sacrificio. Judas así lo haría , no sólo sacrificaría  a su propio maestro sino que también sacrificaría  su propio honor, siendo recordado como el traidor hasta el fin de los tiempos.

Y ahora vamos a la teoría que más me gusta, la creencia de parte del mundo musulmán, en dicha teoría sería Jesús quien pediría a Judas que se entregara por él, y así sería. Judas se entregaría haciéndose pasar por Jesús, sin que ninguno de los demás apóstoles supieran el plan, y dejando a Judas como un traidor. El apóstol Judas ocuparía su lugar en la cruz, moriría por él, debido al amor que el discípulo procesaba hacia su maestro. Aquel suceso posibilitaría que a los tres días, Jesús, volviera andar por el mundo tal y como predijo, ante el asombro de sus apóstoles y sus seguidores. Una trama que convertiría a Jesús en uno de los primeros ilusionistas de la historia.

Sea como sea, tengamos fe o no, la historia de Judas no deja indiferente a nadie. Ya sea creación literaria, ya sea como mártir  ya sea como traidor, Judas sé a convertido en uno de los grandes iconos de la historia. Maldecido injustamente o estudiado por curiosos, pero nunca olvidado. Que cada uno reflexione y escoja la teoría que más le guste y llegue a sus propias conclusiones.