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martes, 7 de octubre de 2014

Solo es un perro

Excalibur solo era un perro, como cualquier otro, dormía, comía y jugaba, pero sobretodo daba cariño y amor a sus compañeros de la vida, Teresa y Javier. Cuando se quedaba solo en casa, esperaba pacientemente tras la puerta sentado en el umbral, tumbado, por que sus doce años ya pesaban en su espalda, a pesar de ello, guardaba la compostura con pose erguida, para recibir a sus amos, al oír como las llaves se movían al otro lado de la puerta su pequeño cuerpo se llenaba de impaciencia, agitaba la cola y jadeaba llenado por la emoción. excalibur se sentía seguro y feliz bajo el cobijo de su pequeña familia.

cierto día notó que algo no iba bien, lo vió la cara de Teresa, Javier andaba nervioso en la casa, apresurado, se le calleron las llaves, Excalibur bailaba entre las piernas de Javier, preguntándose que estaba pasando. Teresa y Javier se fueron sin apenas despedirse, un sonoro portazo fue su adiós, con sus patas rascaba la puerta y ladraba extrañado y añorando, pero no recibía respuesta del otro lado de la entrada.

Javier, le había dejado abundante agua y comida como nunca, parecía una ocasión excepcional, la situación era extraña y apenas comió, sentía que algo pasaba, pero no sabía que su dueña estaba enferma ¿Cómo podía saberlo si solo era un perro? Las horas pasaban y sus dueños no llegaban, el tiempo pesaba y sus ojos se humedecían, deseaba tumbarse junto a Teresa para darle su regalo más preciado, su compañía, quería volver a ver a Luis para recibirle entre saltos y ponerse panza arriba mientras pasaba su mano por su lomo. Excalibur no sabía la trágica decisión que se había tomado al otro lado de la ciudad.

la imagen de Excalibur inundó las redes sociales, en aquel momento. Teresa sufría una enfermedad que él desconocía, una enfermedad contagiosa. Excalibur se sentía bien, algo preocupado por la ausencia de sus amos, pero lleno de vitalidad, reservando energías para el recibimiento. Excalibur era ajeno a la sentencia de muerte  que un hombre de traje había tomado, alguien que no le conocía, que no se molestaría en hacerle ninguna prueba y que no iba a darle la oportunidad de despedirse de sus amigos. Javier se movilizó, pidió ayuda y luchó por su amigo. excalibur se extrañó al ver tanta gente desde su balcón, en la calle veía a personas protestar, parecían enfadados, él no sabía por que, ¿cómo lo iba a saber si solo era un perro? Ignoraba que era él, el protagonista, la causa y el símbolo, de una masa indignada.


Después de horas y horas de espera eterna, Excalibur escuchó el tintineo de las llaves tras la puerta, su pesar se tornó alegría, la puerta se abrió enseguida. Excalibur pronto reculó, se extrañó de la manera en que iban vestidas esas personas, cubiertos de plástico de arriba a abajo y sin la posibilidad de reconocer ningún rostro por algo extraño que no había visto nunca. Se asustó y ladró, alguien le cogió y le acarició para que se tranquilizara,  no era el calor de una mano desnuda, era algo más frío. Excalibur no se resistió, entró obediente en el interior de un habitáculo cubierto, através del plástico se quedó observando el portal de su hogar mientras se alejaba, manteniendo la ilusión de volverse a reunir con Teresa y Luis.