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viernes, 12 de agosto de 2016

Mujeres y guerreras en la edad media, las grandes olvidadas

Hasta nuestros días han llegado las gestas realizadas por diversos hombres durante la edad media. La defensa de sitios, las grandes ofensivas que valieron conquistas, las órdenes militares, con sus estandartes en alto y sus armaduras relucientes listas para la batalla, con la famosa orden templaria por encima de cualquier orden, todo gestas protagonizadas por hombres, pero ¿qué hay de las mujeres? Esta entrada pretende recordar ciertas gestas protagonizada por la mujer medieval, donde la memoria colectiva la sitúa  recluida en las labores o trazando tramas en la corte, caso de numerosas emperatrizes bizantinas, esta entrada va más allá, recordando a las mujeres que lucharon con acero y murieron con la espada en la mano.



Guerreras Vikingas


En el siglo IX Europa sufrió la intrusión de los pueblos nórdicos que buscaban en un principio recabar tesoros, saqueando monasterios y atacando los días de mercado y más tarde la búsqueda de mejores tierras donde establecerse, la sociedad vikinga cuya palabra deriva de pirata, era excepcional para la época, poniendo a la mujer en una posición igual a la del hombre, no considerando a la mujer como una posesión, si no como un eslabón fundamental tanto en la sociedad como en el núcleo familiar, el divorcio estaba permitido y la violacción a una mujer libre estaba penada con la muerte. La mujer aprendía el manejo de las armas al igual que el hombre. Mientras  los hombres salían a guerrear, la mujer quedaba al frente de las tierra, trabajándola y defendiendo con la espada si era preciso la propiedad, a pesar de no ser norma general, ciertas mujeres, con habilidades exepcionales para el combate, acompañaron a sus compañeros a las misiones de saqueo, luchando como una más.  




La mujer en las órdenes militares 

Las órdenes militares fueron sociedades creadas durante las cruzadas, cono el pretexto de defender los santos lugares y la propagación de la fe. Conocidas son las órdenes templarias u hospitalaria, con una clara gerarquía donde al frente se situaba el gran maestre. A nuestros días ha llegado la imagen del caballero templario pero poco sabemos de la mujer templaria, por que, a pesar del desconocimiento las hubo, en principio sabemos que la mujer que accedía a la orden templaria lo hacía con el objetivo de hacer labores domésticas, pero existirían datos de hazañas emprendidas por mujeres guerreras. Uno de los ejemplos lo encontramos en el sitio de tortosa en el 1149, donde los musulmanes dispuestos a reconquistar Tortosa. Ante la falta de hombres en la ciudad las mujeres se unieron a la batalla consiguiendo así rechazar el ataque, se desconoce si la labor fue solamente sanitaria, atendiendo a los guerreros heridos  o si en verdad cogieron las armas para hacer frente a la amenaza. El caso es que al año siguiente, el Conde de Barcelona  Ramón  Berenguer, creó la orden del hacha en honor a las mujeres que lucharon en Tortosa, una orden formada exclusivamente por mujeres. 


Escudo de la orden del Hacha 

Un documento árabe del cronista Ibn Abi Zar también hace referencia a las mujeres guerreras, en este caso en la batalla de las navas de tolosa (1212)  donde dice que "los contingentes cristianos lucharon con gran coraje, estimulados por las hazañas de sus compañeras. Tal vez por la cultura propia occidental, nos lleguen pocos destellos de la figura de una mujer guerrera, cierto que es difícil de creer en una sociedad feudal que caracteriza la edad media, pero es de suponer que a lo largo de la historia siempre hubo quien se saltó las reglas establecidas.

La eterna Juana de Arco 


La heroína nacional de Francia, la campesina que devolvió la corona al rey legítimo de Francia, es difícil entender comoro una joven campesina fue capaz de conducir un ejército y remontar una guerra pérdida, poco se sabe de su origen, pero mucho se sabe de lo que significó su figura en la guerra de los cien años. La joven Juana devolvió un reino a los franceses a cambio fue condenada a la hoguera por los ingleses mientras su rey Carlos VII se lavaba las manos sin hacer nada por evitar el trágico destino de la joven. De Juana de Arco hablaremos próximamente en este blog. Tal vez su final fue el de muchas mujeres avanzadas a su tiempo que estuvieron dispuestas a luchar y morir por una causa, mujeres de las que alguien se empeño a borrar su huella, pero que un humilde servidor se empeña a recordar 

Estatua de Juana de Arco en la catedral de Norte Dame (París)






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