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viernes, 16 de mayo de 2014

El buen patriota IV: Los valores americanos.

Lo malo que tienen los agentes dobles es que al final no sabes de que bando están, se ganan la confianza de los dos bandos, esa es su función, pero ¿ a quién traicionarán?. La sensación generalizada de algunos de los hombres de Ford es que Mikael nos había vendido, pero nadie entendía con que fin mató a Woodrow ¿qué valor tenía la vida de mi compañero para destapar así su tapadera? Muchas preguntas sin respuesta se dibujaban en el charco de la sangre que emanaba del pecho de Woodrow. Seis puñaladas fueron suficientes para acabar con mi compañero.



Algunos pensaban que lo del espía en la CIA era un farol que nos había lanzado Mikael para mantenernos distraídos, a pesar de ellos, los esfuerzos por encontrar un soplón se intensificaron. El jefe Ford multiplicó medios y hombres en investigar y seguir a cualquier nombre  que tuviera alguna mínima vinculación con el aparato comunista. Los agentes demostraron durante las semanas siguientes sus valores americanos, banderas izadas en lo más alto de sus porches, conductas cívicas admirables, la cita a la iglesia de todos los domingos,  incluso algunos hombres dejaron de verse con sus amantes. El consumismo también estaba a la orden del día entre nuestros hombres para poner de manifiesto su anticomunismo,  relojes nuevos, coches nuevos y trajes nuevos.

Pronto me asignaron un nuevo compañero, un novato llamado Harry Damon, un pardillo, no sólo en apariencia con sus grandes lentes de pasta y su peinado pasado de moda, un pardillo que no paraba de hacer preguntas, algo torpe, y charlatán. El jefe Ford decidió apartatme del caso Woodrow por miedo a que me implicase emocionalmente, así que me seguí dedicando a lo mío, hacer preguntas  a posibles comunistas. El siguiente nombre en mi lista era Paul Fischer.

Fischer era periodista en un periódico local, recientemente publicó una columna de opinión donde ponía en entredicho los métodos de las autoridades para tratar de erradicar la amenaza comunista desde dentro de nuestras fronteras. Periodistas con cierta ideología izquierdista los había a patadas, pero lo que más me llamo la atención de Fischer es que sabía demasiado, más de lo que un vulgar periodista sabría, en su artículo nombraba a Mikael, haciendo referencia a la doble moral de los servicios secretos, utilizando a agentes dobles. Una llamada de un par de minutos  a su editor, me bastó para dar con el paradero del periodista, vivía en un apartamento en el centro y ahí me dirigí para encontrarme cara a cara con Fischer.

Mientras conducía, Damon no paraba de preguntar sí era buena idea, ya que Fischer guardaba relación con el caso Woodrow. Le respondí tantas veces como me pregunto que para mí aquel periodista era uno más en mi lista, yo sabía que no era así, mi intención era averiguar que relación mantenía con Mikael. Noté como un coche negro nos seguía de lejos, aceleré la marcha y conseguí despistarlo en un par de segundos, quizás fueran paranoias pero no podía cometer riesgos, además, nadie tenía motivos para seguirme.

Pedí a Damon que esperase en el coche, aceptó a regañadientes. Comprobé sí mi pistola estaba cargada y cogí una palanca del maletero antes de disponerme a iniciar mi visita. No llamé al timbre, eso le abría dado tiempo a reacción, usé la palanca para forzar la puerta y me adentré en la vivienda. El comedor estaba vacío, escuché un ruido en una habitación de un largo pasillo, avance con paso ligero para echar la puerta abajo de un puntapié. Fischer intentaba esconderse de mi bajo las sábanas de su cama mientras otro hombre desnudo miraba hacia la ventana buscando una salida. Pedí al hombre desnudo que se tapara mientras apuntaba con mi pistola a sus partes. Fui directo al grano, le pregunté a Fischer de que conocía a Mikael, parecía que el periodista estaba aún conmocionado por mi brusca entrada, disparé dando de lleno a la mesita de noche que estaba a su lado. Volví a formular la misma pregunta, de nuevo no tuve respuesta y esa vez di de lleno en la rodilla del amante del periodista. Fischer reaccionó y me contó que Mikael era un viejo amigo, había acudido a él hace unos meses, Mikael sentía peligrar su vida y le pidió que publicara lo que publicó en el periódico en el caso de que pasara algo, Fischer debía recibir una llamada de Mikael que nunca recibió y el periodista supuso que a Mikael le había pasado algo malo. En medio de la declaración del periodista Damon interrumpió inoportuno en el apartamento gritando que había oído disparos, mis disparos. Decidí concluir ahí mi interrogatorio para volver a retomarlo en otra ocasión. Me despedí mientras Fischer trataba de taponar la herida en la rodilla de su amante.

Al salir del apartamento me fijé en el coche que estaba aparcado al final de la calle, era el mismo coche que nos había estado siguiendo. Apunté la matrícula en mi libreta y me subí a mi coche, dejé conducir a Damon, le pedí volver de vuelta a la oficina para revisar unos informes.

Después de la dura jornada laboral llegué a casa, ya había anochecido.  Me senté en el columpio del jardín, el cemento aún estaba algo fresco en mis pies así que decidí volver a entrar en la casa. Catherine entró por la puerta, dejó a los niños por la tarde en casa de una amiga, debía dedicar tiempo a unos recados. Me senté en mi sillón favorito cuando el teléfono sonó, descolgué y era el jefe Ford. Quería hacerme un par de preguntas sobre Fischer, le pregunté extrañado que tenía de especial Fischer. Me respondió que Fischer y su amante habían aparecido con el cuello rajado en el automóvil del periodista






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