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martes, 27 de mayo de 2014

El buen patriota VI: El destino de los traidores.

Mis días de descanso forzoso habían pasado, me incorporé a la agencia después de ser sometido a un examen psicológico, los loqueros incluso se sorprendieron por la entereza que demostré a pesar de los asesinatos que se habían producido en mi entorno. Todos me recibieron entusiasmados a mi llegada, el jefe Ford me dio ánimos, Damon se pegó a mi como un perro, todos estrechaban mi mano, incluido Norris el cual no sabía que descubrí  que había estado siguiéndome, me hablaba y bromeaba como sí nada hubiera pasado, yo le seguía la corriente, pero lo que no sabía ese hijo de puta es que iba a ir a por él.

La caza de brujas seguía en todas las esferas de la sociedad. Entre todos los casos que lleve a término había uno que debía resolver cuando antes, hacia tiempo que iba tras Norris, seguía sus pasos, aparentemente con una vida normal, sin emociones, una vida aburrida llena de rutina, era fácil predecir los movimientos del sudoroso Norris. El hombre no alertó en ningún momento mi presencia, Damon parecía preocupado por mi obsesión con nuestro compañero de la agencia, yo sabía que lo único que requería su caza era paciencia. Tarde o temprano todos cometemos errores.

Pasaron los meses sin resultados en el seguimiento a Norris, y menos aún en la caza del traidor de la agencia, el cual ponía en entre dicho la seguridad del país. La paciencia requerida había acabado y me reuní con el jefe Ford. Le expliqué que mi instinto apuntaba hacia Norris, que me diera un equipo de hombres para asaltar sus casa. Ford aceptó contrariado, parecía dubitativo, quizás lo que acabará por convencer al jefe fuera mi perseverancia.

Una mañana nublada, con el olor de lluvia en el aire, un grupo de tres hombres y yo irrumpimos armados en el jardín de Norris. Normalmente hubiéramos echado la puerta abajo de una patada, pero por cortesía, tratándose de un compañero, llamamos a la puerta. Nadie contestaba a nuestra llamada así que optamos por echar la puerta abajo. Nuestros pasos invadían la estancia vacía y los pasillos oscuros. Norris se encontraba en la ducha, al salir con su albornoz del cuarto de baño casi  se cae del susto. Le pedí que se cambiara de ropa mientras iniciábamos un registro en la casa, Norris respondió sin decir nada pero con los ojos encendidos en ira. El registro fue exhaustivo, parecía que nadie encontraba nada, pero yo estaba convencido de que encontraríamos algo. Envié a Damon al garaje, me paseaba por las habitaciones donde los hombres vaciaban cada armario y cada cajón, todos negaban con la cabeza mientras yo preguntaba si habían encontrado algo incriminatorio.

Damon vino corriendo desde el garaje, extasiado y jadeante. En una bolsa llevaba unos gemelos manchados de sangre con las iniciales "P" y "F", panfletos comunistas, y unos planos enrollados en la otra mano. Eso me bastó para ponerle las esposas a Norris que parecía incrédulo ante la situación.

Pronto averiguamos la procedencia de los gemelos ensangrentados, eran de Paul Fischer, el periodista asesinado junto a su amante, los planos, por su parte, rebelaban información detallada sobre  la situación de nuestros misiles antiaéreos en el país y la próxima implantación de los misiles Júpiter en el continente europeo. A mí me tocó la tarea de interrogar al traidor, quizás después de dos horas con migo confesara todo lo que tuviera que confesar.

Damon no había asistido a muchos interrogatorios, así que yo llevé la iniciativa en todo momento, en realidad Damon sólo hacía de espectador, cerraba los ojos cada vez que golpeaba a Norris con el dorso de mi mano o se estremecía cuando apagaba un cigarro en el brazo de Norris. El traidor no habló, no confesó una sola palabra, se podría decir que aguantó con dignidad, si no fuera por que se cagó y se meó encima. Norris acabó por reír entre llantos, la locura le había invadido, acabando con todas sus esperanzas, repetía una y otra vez que lo encontrado en su casa, las pruebas que le llevarían a la silla eléctrica no eran suyas ¿Qué podía decir aquel hombre, si sólo hay un destino para los traidores? En todo caso aún había una pregunta que no me había atrevido a formular y que él nunca me contestó. Quizás nunca supiera por que Norris seguía mis pasos.


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