23 de Septiembre 1929
El pequeño Jimmy se gana como siempre su propina, su esmero y delicadeza son encomiables a la hora de lustrar bien mis zapatos, mientras yo leo el periódico. Siempre acudo a Jimmy, en la misma calle y en la misma silla, aunque en aquel momento me encuentre en la otra punta de la ciudad de Nueva York, siempre acudo a él. No es por su destacado trabajo, ni por su conversación amena, ni su curiosidad. Acudo a él por que me recuerda a mí hace diez años, el hijo de un granjero que por su astucia y su olfato para los negocios ha conseguido construir un imperio. Me llamo Peter. R. Sagan, Pet para mis amigos, señor Sagan para el resto del mundo, soy el dueño de una conocida marca de coches que lleva mi nombre, entre muchas otras empresas, tengo tanto dindero que necesito dos contables para que cuiden de él. En el amor, el amor es muy complejo. Tengo una mujer maravillosa, Marthell, cuida de mis dos hijos, es una buena esposa, relaciones públicas en las cenas de gala, y una exelente madre. Y luego está Rita, mi amante, la mujer que me ofrece todo lo que Marthell no puede, una mujer de caprichos caros pero a la vez muy agradecida. En cuanto a mí, soy ambicioso, jugador, bebedor, y fumador de buen tabaco. Las mujeres me desean, y los hombres me envidian.
Este gran país a prosperado después de la gran guerra, a esos Alemanes les dimos bien, Europa quedó prácticamente arrasada, y nosotros somos el nuevo motor del mundo, nosotros hacemos funcionar esta maquinaria tan compleja. Y esta ciudad, Nueva York, es testigo de nuestra grandeza, con edificios tan altos como los que el hombre no a conocido ver jamás. El país de las oportunidades sí uno se lo propone puede hacerse de oro aquí. La vieja Europa es historia, un lastre, un mal necesario, necesario para pagar nuestra contribución a la guerra, la cosa funciona así. Nosotros dejamos a Alemania para que pueda pagar a los aliados y los aliados a su vez nos pagan a nosotros, es una rueda perfecta, y como la banca, siempre ganamos.
Ahora hay algunos locos por ahí que hablan de sobreproducción agrícola y que el sistema no es sostenible, al cuerno, son sólo personas que quiere hacerse notar. El imperio que he construido ya nadie lo podrá derribar ¿por qué? Porque está construido sobre unos pilares muy sólidos, dinero, mucho dinero, y en este mundo nadie es nada sin dinero, hago mis donaciones a los pobres como buena acción, y buen cristiano que soy, pero no mucho ya que pienso que la pobreza se la busca cada uno, si uno es astuto siempre encuentra negocio. Es por eso que a mí nunca me faltará el dinero, soy lo que se dice, un chico listo. Benditos años veinte, los mejores años que he conocido, si esto es un sueño que nadie me despierte jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario