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sábado, 18 de junio de 2016

Bajo el suelo de París

La ciudad de la luz, la que nunca se apaga, la ciudad del amor y cuna de la cultura europea. Son muchos los encantos de la ciudad de París. Pero bajo el suelo de París existe otro mundo en contraste con los elementos que han caracterizado a esta capital europea, un mundo de sombras, macabro y desolador. Más de trescientos kilómetros de galerías subterráneas, donde las paredes se sustituyen por tibias y calaveras con mandíbulas desencajadas.



La historia de las catacumbas.


Las minas de piedra caliza que permitieron construir los mayores monumentos de la ciudad de París como es el caso de la catedral de Notre Dame. Pero el excesivo número de fallecidos que inundaban los cementerios de París y las epidemias que se estaban generando, provocó que en 1786 y hasta 1870 se trasladaran los restos de aproximadamente 6 millones de individuos, realizando estos trasportes en carruajes por la noche, convirtiendo la antigua mina en una auténtica necrópolis compuesta por parisinos diferentes en tan diferentes épocas. La historia de estos túneles no acaba aquí, por ejemplo durante la segunda guerra mundial sirvió se escondrijo para la resistencia francesa, gracias a su enrevesada red de calles. Las catacumbas también vienen acompañadas de leyenda negra, donde se evidencia la realización de ritos satánicos. Debido a la evidencia de este tipo de entradas clandestinas, en 1955 el gobierno francés  prohibió el acceso a las catacumbas, a pesar de que sigueno existiendo diferentes accesos através del alcantarillado y las redes de metro. A día de hoy solo podemos visitar un kilómetro de los más de trescientos que componen este reino de la muerte.



No sólo por la sanción de sesenta euros se debe evitar la visita a las zonas no autorizadas a las catacumbas, sino también por que este resulta un lugar peligroso de galerías enrevesadas, a pesar de que muchas veces se puede encontrar señalizada la calle bajo donde estamos sus interminables galerías pueden confundir, llevarnos a lugares oscuros o fácilmente inundablese.  Leyendas que siguen de advertencia para los necios que se atrevan a adentrarse o verdades que cuentan tristes historias reales, se dice que muchos que entraron para vivir la experiencia, no regresaron jamás, perdiéndose para siempre entre los túneles bajo la ciudad de París.



Viaje al reino de los muertos.

Personalmente la sensación que sentí al entrar un día de Junio fue una corriente fría, un aire frío y seco que inundaba ese lugar. Otro elemento que recuerdo fue el olor a tierra. Se tarda unos minutos en bajar primero por una escalera de caracol y despues por pasadizos pasadizos mientras se encuentra carteles que cuentan la historia del lugar, de repente se encuentran los primeros huesos, componiendo paredes y columnas.



Cada uno de esos cráneos contaba una historia, a través de su tamaño, sus fracturas, algunos agujeros de bala, todo observado desde el más absoluto respeto. La claustrofobia no llega a invadir del todo debido a que la visita se realiza con un grupo numeroso de personas, sin guía. A medida que se recorren los túneles el decorado siempre es el mismo, fémures, tibias y cráneos, a pesar de ello no deja de asombrar. Cuando se sale del lugar uno se queda con sensación de pequeñez, a pesar de ver solo un kilómetro de los más de 300 de galerías que quedan oscuras y sepultadas, es cuando uno se ds cuenta que la verdadera gran ciudad está debajo y que lo que aflora a la superficie es solo una pincelada de colores que disfraza la gris realidad. Mi consejo es que si visita este lugar lo respete, lo deje tal y como lo encontró, es un reino más allá de nuestro mundo, es lo más cerca del más allá que se puede encontrar en esta vida.


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