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miércoles, 14 de mayo de 2014

El buen patriota III: Juego de espías.

Habían pasado dos años desde la intrigante revelación de Mikael, un espía en la CIA. Las sospechas caían entre todos nosotros, cualquier manifestación era analizada con lupa. Durante estos dos años hemos seguido a lo nuestro, periodistas críticos con nuestro sistema económico, con la política del país, actores con tendencias izquierdistas, o ciudadanos no bien vistos por la comunidad. Una vez un vecino de un barrio residencial denunció a otro por que no izaba nunca la bandera estadounidense en el porche de su casa, nos presentamos en la vivienda en un momento que el estaba ausente, su mujer y sus hijos nos abrieron las puertas de la casa y lo esperamos, cuando llegó le hicimos un par de preguntas, al final llegamos a la conclusión de que se trataba de un tema de venganza entre vecinos, su vecino plantó un árbol en su jardín y las ramas del árbol daban al jardín del acusado, este taló las ramas y como venganza su vecino llamó a las autoridades acusándolo de antipatriota. Al parecer las falsas denuncias también eran el pan nuestro de cada día.



El día de acción de gracias mi amigo y jefe William Ford nos invitó a mi familia y a mí a celebrar la festividad con su familia. Llegue tarde a la residencia de Ford por unos asuntos de trabajo, mi familia ya se encontraba ahí. La comida transcurrió jovial y con total normalidad, mis hijos y sus hijos jugaban, nuestras mujeres hablaban animadamente y los hombres hablábamos de béisbol. Mientras las mujeres se encargaban de recoger la mesa, Ford me invitó a pasar al despacho en la planta de arriba, quería que degustase un Whisky que guardaba en un cajón. El Whisky era excelente, Ford se sirvió una copa para si.  Pronto dejamos los temas triviales y hablamos de trabajo.

Ford me habló del caso del espía en la CIA, durante los dos últimos años el jefe Ford había designado  personal y medios para investigar a numerosos agentes, yo ya tenía un poco olvidado el tema, con la reciente muerte de Stalin y la llegada al poder de Kruschchev parecía que la tensión entre los dos países de estaba suavizando, pero la amenaza seguía estando ahí. Ford barajó un par de nombres entre ellos el de Norris, hace un tiempo se encontró un panfleto comunista en su taquilla, el negó que alguien lo había colocado ahí, alguien que lo quería inculpar, algunos creían su versión, otros no. Bajo sospecha también estaba su joven compañero Tomas, siempre se mostraba crítico con el gobierno de Truman , con el proyecto de la bomba atómica y con lo de su plan Marshall, decía que esa ayuda económica a los países de Europa no era más que una manera de comprar sus favores contra el bloque comunista. De Tomas Ness siempre pensé que era alguien que hablaba mucho pero sus acciones no pasaban de ahí.

Lo que estaba claro es que Mikael andaba muy cerca del agente soviético en la CIA, pronto nos daría un nombre. Woodrow, mi compañero, se había citado aquel día con Mikael, decía que tenía algo importante que decir, una revelación, un nombre.

Ford disfrutaba del humo de un puro que se acabó de encender, su teléfono empezó a sonar y descolgó de inmediato, respondió despreocupado con la mano en el bolsillo, pronto su cara se tensó, me miró a los ojos, y dejo caer la palma de su mano sobre la mesa y colgó el teléfono con nerviosismo. Ford me pidió que me abrigara, teníamos trabajo, durante el trayecto en coche me sentía abrumado, algo gordo debía haber pasado para mover al jefe Ford de su casa en un día festivo. Pronto me sorprendí, llegamos al parque donde mi compañero Woodrow y Mikael se habían citado. Dos agentes uniformados del cuerpo de policía nos dieron paso para atravesar el cordón policial, en cuanto enseñamos nuestras placas, pronto identifiqué a Roger Morgan, un hombre corpulento del departamento de homicidios y trajeado que nos saludó con rostro sombrío. No había rastro de Mikael por ningún lugar pero Woodrow yacía boca abajo en el suelo inerte, rodeado por un gran charco de sangre que se estaba secando sobre la tierra.



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